Coria 2019 ¨Jara del Retamar¨

En el fascinante año de 2019, tuve el privilegio de sumergirme en la historia viva de la ganadería de Jara del Retamar, en Coria, Extremadura, España. Esta visita no solo me permitió admirar la majestuosidad de los toros en su hábitat natural, sino que también me brindó la oportunidad de explorar las raíces históricas profundas que han dado forma a esta emblemática ganadería.

La historia de Jara del Retamar se remonta a 1852, cuando Vicente Martínez adquirió la divisa de Los Fuentes de Julián de Fuentes, marcándola con una «M» en referencia a su apellido. Trasladó el ganado a la finca recién comprada, «El Soto» en Colmenar Viejo, después de cambiar el hierro. La presentación oficial en Madrid el 28 de marzo de 1853 marcó el inicio oficial de la antigüedad de la ganadería. En 1875, Vicente Martínez buscó renovar la sangre de la vacada mediante la adquisición del semental «Español» de la ganadería Concha y Sierra, de origen Vazqueño.

Tras la muerte de Vicente en 1894, la ganadería pasó a sus hijas Vicenta y Manuela, y más tarde, bajo la dirección de Luis Gutiérrez Gómez, continuó con el nombre de Herederos de Vicente Martínez. En 1904, adquirieron el semental «Diano» de Eduardo Ibarra y otros dos de Parladé. En 1925, la vacada fue dividida entre los tres nietos del fundador, y una parte, propiedad de Juan Fernández Martínez, fue adquirida por Antonio Pérez de San Fernando, quien la denominó Montalvo, actualmente perteneciente a Juan Ignacio Pérez-Tabernero.

En la década de los 80, Fernando Silva, el actual propietario de Jara del Retamar, adquirió un grupo de vacas de la extinta ganadería La Barrera. En el mismo año, decidió crear un nuevo hierro, Jara del Retamar, para preservar la genética de José Ortega, separándola de La Barrera. Tras la muerte de Fernando Silva en 2013, la ganadería pasó a manos de su hija Verónica Estévez Silva.

Las características zootécnicas de los toros de Jara del Retamar son notables: son bastos de hechura y grandes de alzada, con un peso destacable. Presentan encornaduras desarrolladas hacia arriba y predominio del pelaje berrendo. Además, exhiben fijeza y resistencia durante su lidia, convirtiéndolos en ejemplares únicos en el mundo taurino. Esta rica amalgama de historia y características distintivas hace de Jara del Retamar una ganadería que perdura en el tiempo, cautivando a quienes tienen el privilegio de conocerla.

Quiero expresar mi profundo agradecimiento a Verónica por su amabilidad y hospitalidad durante mi visita. Además, es justo reconocer y agradecer a Carlos Canalo, fundador de «EL toro retrato de una vida», así como a la empresa GBComunicacion, encabezada por Clara y Carlos, por su generosidad y cálida acogida. También quiero mencionar mi gratitud hacia Jesús, propietario de la yeguada Montealegre, una de las yeguadas más destacadas de España y, posiblemente, del mundo, cuya compañía enriqueció mi experiencia. No puedo dejar de agradecer al presidente del Círculo Taurino Cauriense y Biblioteca Andante Taurina, Fidel Gariba, y a su familia, por su generosidad y por compartir conmigo su profundo conocimiento y pasión por la tauromaquia. Esta visita a la ganadería de Jara del Retamar se convirtió en un capítulo inolvidable en mi viaje por el fascinante mundo de la crianza y la preservación de estas nobles especies.

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